“González también recordó a su esposo, Manuel Recabarren, a quien jamás pudo encontrar, al igual que a sus hijos y a su nuera: “Dejo correr mi imaginación y veo claramente a Manuel sentado frente a mí, mirándome a los ojos, envolviéndome en su cálida ternura. Extiendo mis manos hacia su rostro, lo acaricio y, devolviéndole el mando de su ternura, le digo: ‘¡Cómo hemos envejecido, mi viejo!’. Pero vuelvo a la cruda realidad: estoy contemplando su fotografía en una pancarta. ¡Solo yo he envejecido!”, sentenció”.